El poder del feedback

El feedback es el pegamento de las relaciones profesionales. Sin él, todo se desmorona, aunque no lo veas venir. Y sí, ya sé que a veces incomoda. Que puede doler. Que nos enfrenta a cosas que no queremos escuchar. Pero es que, precisamente por eso, es imprescindible.

Cuando trabajas con alguien, da igual si es socio, cliente, proveedor o parte del equipo, el feedback es lo que mantiene la relación en marcha. Es lo que ajusta expectativas, lo que pone los límites claros, lo que evita malentendidos y resentimientos que se enquistan. Sin feedback, todo parece ir bien… hasta que un día, de repente, no va. Y entonces ya es tarde.

He visto equipos romperse por no saber decirse las cosas. Por tragarse las dudas, los desacuerdos o las quejas hasta que se vuelven un muro imposible de derribar. He visto relaciones comerciales irse al garete porque nadie se atrevió a decir “esto no está funcionando” cuando todavía había margen para arreglarlo.

A veces creemos que callarnos es ser profesionales. Que si no decimos nada es porque estamos siendo elegantes o porque “no hace falta”. Y lo que en realidad estamos haciendo es acumular grietas invisibles que un día se convierten en un agujero negro.

El feedback no es un capricho, es una responsabilidad. Es el único camino para que cualquier relación profesional sea sana, duradera y beneficiosa para ambas partes. Si algo va bien, dilo. Si algo va mal, dilo más rápido todavía. Y si alguien no es capaz de aceptar feedback, igual es que esa relación nunca iba a funcionar.

Porque el problema no es decir las cosas. El problema es no decirlas.

Gracias Freddy Vega, Christian Van Der Henst por este gran aprendizaje.