El drama de la inteligencia artificial

No estaba seguro si la palabra drama escribirla, tal cual, o escribirla en modo dramático, es decir: D R A M A.

Obvio que tengo ganas de provocar, cuando lo digo así, pero es que acabo de publicar un tuit en el que se vuelve a insistir en la idea de que la inteligencia artificial, como cualquier tecnología inventada y reproducida por seres humanos, cuenta con unas pegatinas que los seres humanos llevamos allá donde vamos: prejuicios, sesgos, malas prácticas y un buen montón de asunciones.

Como esto es así, y de momento seguirá siendo así, creo que sería bueno ahorrarnos el Drama de la inteligencia artificial. No es ni tan buena ni tan mala como cualquier otra tecnología, especialmente si ponemos el foco en sus sesgos. Pues claro, está diseñada por seres humanos que también los tienen, y la única forma de mitigarlos es, desde el punto de vista, normalizar una forma de diseño que tenga en cuenta los sesgos humanos en todo momento.

Ni tan siquiera, añado, estableciendo un método de trabajo que considere la investigación con usuarios como piedra angular e inicial para tratar de evitar el sesgo algoritmo estará libre del mismo. Porque también quienes trabajan (trabajamos) en investigación con usuarios tenemos esas pegatinas llamadas sesgos, prejuicios, asunciones y por supuesto malas prácticas. No caminamos sobre las aguas.

En fin, que toda esta película la veo como el establecimiento de una serie de buenas prácticas que tengan como objetivo mitigar lo que parece inevitable: los seres humanos somos un conjunto de sesgos y solamente un método riguroso, atento y vigilante a su mitigación, podrá recorrer un camino que perfeccione poco a poco cualquier tecnología. También la inteligencia artificial.