Cuántas veces al día decimos

mío, me duele, me parece, me interesa, mío, mío mío y nos damos golpes en el pecho. Demasiadas veces una posesión sin pertenencia. Desaparezco en ese deseo de consumir mediante la acumulación. Algo excreta una versión de lo que quise ser y la deja retorcerse en la realidad presidio. Acaparar tesoros que nunca existieron, en eso parece consistir la ciudadanía y el orden.

ME LLAMO

Escribo Mi nombre, con Mi letra inclinada hacia el futuro, tomo el lápiz con Mi mano dominante, Mi mano derecha, Mi mano inflexible para la lucha confiesa que quiso repartir entre todos tanto harapo. Mi rígida preocupación por no torcerme, por acumular renglones y pasos pulcros, nunca demasiado atrevidos. Mi forma de estar en los relieves, con voz sin mano alzada, escrito para siempre en lo de siempre. Mi nombre para intentar algún punto de sutura que cierre el paso a la verdad de las avispas. Mi nombre que resuena como el agua estancada en el ombligo. Leo Mi nombre en voz alta, con mi lengua esbozo la uve y enseguida me extraño del timbre, del tono y del augurio. Alguien llama e incendia Mi cuello. Qué habrá en ese cajón de seis letras, quién nació y creció a la sombra de una pila bautismal llena de peces, quién habitará el silencio detrás de Mi voz, Mi carne, Mi manía de fingir el tropezón por si mañana.

No creo en el reflejo de Mi rostro. No hay nada mío aquí entre los vestigios pragmáticos de mi nombre.


#poesía #revisiones


Si te ha gustado esta entrada puedes enviarme tus comentarios en Mastodon: @SrMoshuelo@masto.es