El destino: un dragón agazapándose en un túnel. Se resguarda del frío que todavía no está, pero ya viene. Aún no ha llegado el invierno, y eso significa que seguimos esperando la noche, que aún ni si quiera podemos presagiar el día que vendrá después, la primavera. La esperanza de sol es incluso más dulce que el sol, siempre será más perfecto lo que adivinamos que lo que vemos. Y este otoño a treinta grados, de aire pegajoso y mañanas oscuras, me arranca el privilegio de soñar con el deshielo. El verano caducó y ahora sólo veo el túnel. Habrá que entrar. Agazapada, escucho el sonido del viento como un arrullo envenenado. Espero, solamente espero a que me cubra la noche.