Solo por Madrid

Publicado originalmente en junio de 2007

Calle de Madrid Foto de Alex Vasey en Unsplash

Paseo en silencio, solitario, por el centro de Madrid.

Un cuarteto de cuerda interpreta a Vivaldi en la calle Toledo; la multitud se agrupa curiosa, en silencio, a su alrededor, bajo un cielo plomizo donde se adivinan tímidos rayos de sol.

El bazar árabe, un poco más abajo, me inunda con su mezcla de fragancias: mirra, sándalo e inciensos variados se mezclan con el olor dulzón del cuero del calzado.

La Plaza de Antón Martín está casi desierta; dos barrenderos se esmeran en raspar de la acera las hojas de publicidad empapadas por el chaparrón de la mañana.

Bajando por la calle Lavapiés, un mundo nuevo de sensaciones me inunda y me embriaga: el olor de las dolmas se mezcla con el de la carne del kebab de cordero y el curri de los restaurantes indios; en un locutorio nigeriano los dueños charlan en la calle entre risas, y un videoclub ofrece DVD de cine de Bollywood y productos de alimentación.

El cielo sigue plomizo, con la humedad reciente de la lluvia caída, polarizando la luz y reavivando los colores.

Argumosa, como siempre, en su microcosmos: en las terrazas improvisadas se agolpan y conviven en armonía rastafaris, pijipis, árabes y europeos desorientados que miran a su alrededor con curiosidad.

Me paso por La Libre y compro unos libros para documentarme sobre acción social y no violencia, y termino por comer un plato abigarrado de tiras de cordero, falafel, arroz y ensalada en plena calle Atocha.

El mundo se mueve a mi alrededor, y yo, maravillado, lo contemplo delante de un capuchino italiano. Solo, eso sí.


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