Sobre la educación superior y las enseñanzas medias

Estaba hoy pensando, y así lo puse en mi cuenta de Mastodon, que hay mucha diferencia entre impartir docencia en enseñanzas medias y hacerlo en enseñanzas superiores. Durante buena parte de mi vida laboral tuve la suerte de poder dar clase en un conservatorio profesional de provincias que, por lo demás, funcionaba bastante bien. Siempre tuve la sensación de que mi alumnado aprendía lo que aprendía de las materias que impartía en gran medida gracias a mí. Esa sensación, que es muy gratificante porque puedes ver claramente que la evolución del alumnado se debe a tu enseñanza, no es tan clara en el tramo superior de nuestros estudios. Para empezar, porque el alumnado tiene ya otra edad: cuando llegan al conservatorio superior, la inmensa mayoría ha dejado atrás la adolescencia. Y eso significa que buena parte de su formación fundamental ya la han recibido, tanto para bien como para mal. Quiero decir que, mientras que la influencia de uno en su alumnado en las enseñanzas medias es considerable, no creo que lo sea tanto en la enseñanza superior. Esto, claro está, no es malo en absoluto: es la consecuencia lógica de que el o la estudiante ejerza su autonomía en un momento en el que tiene ya cierta capacidad para hacerlo. Sin embargo, la gratificación de ver claramente tu contribución a la formación del alumnado no es tan alta, entre otras cosas porque no es tan obvia. Ahora bien, hay algo extraordinariamente positivo: uno puede aprender mucho más de su alumnado incluso en su propia materia.

En fin, no es que esté arrepentido de haber “migrado” a un conservatorio superior (¡con lo que me costó la oposición!), y de hecho supuso un cambio bastante saludable en mi carrera docente. Pero a veces echo de menos ese ver cómo crece el alumno sabiendo que lo hace gracias a lo que riegas y abonas. Aunque sé que esto sigue siendo así en parte ahora, no me resulta tan claro. Y a veces incluso tengo la sensación de que soy más un estorbo que otra cosa, y que lo que aprenden lo aprenden no gracias a mí, sino a pesar de mí. Otro día hablamos de eso.