Fragmentos de Estar en su lugar, de Claire Marin

*** A veces hay que ir con el viento, dejarnos llevar por las corrientes, distanciarse para regresar por otra vía. El camino más corto no es necesariamente el que nos conduce adonde queríamos ir. Ni siquiera es seguro que supiéramos adónde queríamos ir, para empezar. No siempre puede uno caer con soltura sobre un hilo tan frágil. A veces somos torpes, no damos en el blanco o lo hacemos antes de hora, que es otra forma de fallar y de fallarnos. Podemos rondar un lugar mucho tiempo antes de hacerlo nuestro. Lo rondamos, calculamos, nos acercamos. Algunos pájaros describen grandes círculos en torno al árbol donde acabarán posándose. Del msmo modo, es posible que haya que estudiar un lugar desde todos los ángulos para ver dónde está la grieta por la que colarnos. No siempre se entra en los sitios por la puerta principal. No siempre se es bienvenido. Hay que conocer bien al dueño, ponerse en su lugar, apropiarse de los sitios renunciando a la idea de poseerlos. No querer que un lugar sea mío, sino que me permita ser yo, que libere mi potencial de ser. El lugar que dirá algo de mi identidad será entonces el que conserve las huellas de su preparación, de los desplazamientos geográficos, sociales y afectivos, visibles o secretos, que me han conducido hasta él. *** El desorden de las propias mesas de trabajo, con su cohabitación de notas variopintas, hizo aflorar conexiones y ecos allí donde la racionalidad los habría desarticulado. Quizá habría que reconciliarse con el desorden de nuestras vidas, que da pie a emparejamientos felices y colisiones fecundas. *** Escribo en los márgenes. También nuestra existencia se entreteje de ese diálogo entre el texto central y las anotaciones marginales. Nadie coincide letra por letra con el relato de su vida, todos nos construimos también con garabatos al margen, en los espacios vírgenes de la página. Es el encanto de las vías secundarias. Hay que releer lo que se dice bajito y al margen del discurso, en un susurro, en esos epacios en blanco propicios a las reacciones y a los comentarios, en esas zonas donde uno recompone que acaba de asimilar, donde subraya su admiración, su acuerdo, su sorpresa o su incomprensión. ¿Cuántos diálogos se entablan en los márgenes de los libros y cuántas interpretaciones se esconden en los márgenes de nuestra vida?


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