¿Quien soy? No lo sé, no es algo que me haya preguntado nunca, ¿acaso podré saberlo algún día? Como seres humanos no creo que podamos decir nosotros mismos quiénes somos sino qué tan solo las personas que nos rodean son las únicas que podrían aglutinar todas nuestras facetas y trazar de esta forma un dibujo abstracto con todas ellas que intente reflejarnos.

Yo puedo decir lo que me gusta, lo que me desagrada lo que querría hacer y todo aquello que me lo impide.

Lo único que tengo claro es que soy una persona cansada, muy cansada. Un guerrero contra la vida sin armas para defenderse, tan solo dispongo de mi resistencia contra los golpes y fuerza de voluntad para levantarme una y otra vez para seguir avanzado con paso cansado. No por mi, sino por mi familia. Sin ella estoy seguro que haría mucho tiempo me hubiese rendido.

Me considero (repito que deberían ser las demás personas quienes digan como soy) una persona amable, generosa y deseosa de ayudar a los demás. Por desgracia el resto del mundo traduce eso como un gilipollas al que utilizar cuando lo necesite y no pagarle ni dándole las gracias. Por fortuna puedo decir que eso, ahora que tengo 45 años, ya no es así. Cuando alguien que no sea un amigo (y tan solo considero a dos personas así) me pide algo mi respuesta es muy sencilla. Pídele ayuda a tu puta madre.

La mejor forma con la que me puedo describir es cansado, una persona con cansancio crónico. A nivel físico hay una respuesta química para ello. Tengo hipotiroidismo, lo cual pese a estar medicado hace que siempre te falten las energías. Mi cuerpo no es capaz de asimilar la vitamina B12, por lo tanto debo pinchármela dos veces al mes y esto genera cansancio y falta de energía adicional. Además tengo síndrome de las piernas inquietas lo que sazona un serio problema a la hora de relajarme en la cama para tener un sueño reparador y como guinda del pastel le sumamos altas capacidades a la ecuación con un cerebro hiperactivo que en cuanto se despierta se pone a pensar en quince cosas a la vez y ya no puedo volver a dormirme…

Pese a todo esto soy capaz de sobrellevar la carga, lo que más me cansa son el resto de personas. Gente envidiosa, traicionera, mezquina, que consideran que el hecho de que yo tenga una mente abierta significa que ellos tengan el derecho a introducir sus opiniones en ella y deban parecerme bien. No hijo mío, yo te escucho porque tengo más educación que tú, sopeso tus opiniones y argumentos pero no pienses que ello signifique que comulgue con ellas o te de la razón. Y cuando descubren que es así, se termina el diálogo porque yo debo escuchar sus argumentos, ellos no van a perder el tiempo en escucharme a mí.

Llevo más de treinta años en Internet utilizando foros, newsletter, comunidades y redes sociales y cada vez estoy más cansado. Aún así sigo caminando.

No puedo callarme, no puedo cerrar los ojos y hacer como que no veo lo que ocurre. Me parten la cara y les escupo a la cara los dientes porque soy así. Me llaman pedante, buscabullas, irreverente y, como imaginaréis, cosas peores. No considero que sea nada de eso, aunque comprendo que me consideren así. La gente cobarde busca sus grupos, se apoyan entre ellos y se defienden. De cara a la galería por supuesto porque luego entre ellos se apuñalan por la espalda. Veo todo eso y digo lo que opino, porque necesito decirlo, para que sepan que yo sí veo al rey que va desnudo.

Podría escribir esto en un diario y guardarlo en un cajón, eso solventaría la parte en la que verbalizó mis pensamientos, más falta todavía una parte muy importante.

Gritar a todos que el rey va desnudo. Lo veo, y lo señalo. Tan solo espero que alguien más también lo vea y sean conscientes que su careta ya no sirve. Eso, o que me encierren en un siquiatrico y me den drogas gratis.